
EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA VEGETACIÓN
Según los datos aportados por los estudios de yacimientos arqueológicos encontrados en este valle, la acción del hombre se inicia ya en la cultura neolítica, si bien no se descarta la presencia del hombre con anterioridad. Entonces, las actividades fundamentales fueron la caza y el pastoreo.
Tras estas etapas previas, entramos de lleno en la historia del Valle. Como muestran diversos documentos, ya desde lejos fueron estableciéndose diversas poblaciones y modificando el paisaje de esta comarca; así como los celtas, los griegos, aunque la presencia de estos últimos no está clara en el valle; los romanos, los árabes, cuya distribución a la agricultura en el Valle queda reflejada en el sistema de riegos, distribución del terreno en gavias y especialmente en la presencia de cultivos orientales entre los que destaca la diversidad de fruta; donde podemos destacar el cerezo hoy tan característico de esta zona.
A lo largo de toda la historia del valle se observa como la población, con el paso de los años, abandona progresivamente la ganadería y aumenta la agricultura; este cambio obtiene su punto de inflexión en el siglo XII, fecha en la que se sitúa el inicio de la gran transformación del paisaje actual de la zona.
Entre los siglos XII y XIV, se inició la deforestación de importantes masas arbóreas y, dada su magnitud, hoy se suele referir a este evento como las roturaciones medievales. En las vegas del rio Jerte abundaban los terrenos de regadío, mientras que en los piedemontes y tramos más suaves del relieve iban siendo conquistados por el bancal o escalón donde se cultivaban el olivo, vid y otros árboles frutales.
Durante el siglo XV, hay un aumento de la población en esta zona en un 60% aproximadamente lo que conlleva a un aumento de la zona de cultivo. Lo mismo ocurrió en el siguiente siglo, cuando se destinaron de nuevo zonas para la actividad agrícola, imponiendo también ordenanzas en contra a la violación del terreno siendo esto castigado con la pena de muerte.
Según avanzan los siglos, el siglo XVIII y el XIX, estuvo caracterizado por un nuevo incremento de la actividad agrícola sobre todo de la vid y, por otra parte, cultivos herbáceos: cereales, legumbres, hortalizas y tubérculos.
Durante el siglo XX se sufrió una terrible deforestación, en su mayoría en los años posteriores a la postguerra. Desde principios del siglo XX hasta 1976 la especie más afectada fue el roble, siguiéndole el castaño y finalmente árboles de rivera como el chopo, el álamo, etc.
Cabe destacar que en los últimos años se han realizado reforestaciones del pino en cotas inferiores a los 1100 m.